¿EL CONOCIMIENTO ES PODER?
Katty Molano
Asesora Evaluadora Colombia Excelente
Mucho se dice que en el mundo del conocimiento ser ignorante es una elección, pero ¿qué tan cierto es que el que tiene el conocimiento tiene el poder?
En primera instancia la respuesta a este interrogante es un claro y rotundo ¡no es cierto! Si la respuesta sorprende, quizás hayas escuchado que no por leer decenas de libros sobre pilotear aviones te vuelves piloto, sino, pregúntate cuántas recetas de cocina tienes guardadas en Instagram y aun así no eres chef. Y no es para menos, pues la diferencia radica en que a diario se confunde la gestión de la información con la gestión del conocimiento.
Gracias al internet, poseemos bastas cantidades de información sobre casi cualquier cosa y a la distancia de un click, incluso con libre acceso de todo el mundo -o casi todo- y en cualquier parte. Pero la información en sí misma no tiene valor, si así lo fuera, ¿por qué unas organizaciones teniendo la misma cantidad y calidad de información logran resultados diferentes? Imagine por un momento a 2 individuos que logran tener durante 10 segundos, acceso a la fórmula secreta de la Coca Cola. Uno de ellos es un experto químico y el otro un futbolista de primer nivel mundial; ambos cuentan con exactamente los mismos recursos ¿qué cree que ocurriría? Ahora imagine que sea cual sea su respuesta, el éxito de lo que se logre con esa información dependerá sólo de una cosa: la capacidad de transformarla en conocimiento (saber hacer), pero, sobre todo, y es lo que ocurre justamente con las organizaciones sobresalientes, la capacidad de convertir ese conocimiento en sabiduría (qué hacer con lo que sé hacer). En otras palabras, la capacidad de discernir cómo aplicar el conocimiento en los contextos requeridos.
Por lo tanto, el conocimiento no es poder si no hay acción, si no es conocimiento aplicado, allí radica la diferencia. Pero entonces surge otra cuestión, y es ¿cómo gestionar la información para traducirla en conocimiento y este en sabiduría? La respuesta parece simple: hay que gestionar el talento y hay que gestionarlo con ganas. Lo primero que debemos preguntarnos es si en nuestras organizaciones existe una genuina intención de aprender, de aplicar lo aprendido y sobre todo de compartir lo aprendido. Podrá sonar algo extraño, pero es común ver organizaciones con una cultura de “coleccionar” conocimiento, no de crearlo ni de compartirlo: “me pagan más si traigo otro diploma”, se escucha comúnmente, no si hago algo útil con eso o si lo comparto y lo convierto en aprendizaje institucional más que individual. Así que da lo mismo coleccionar diplomas en hojas de vida que recetas en Instagram.
Quienes han tenido la oportunidad de leer a Antoine de Saint-Exupéry en su bella obra El Principito recordarán aquella frase “Lo esencial es invisible a los ojos”, y a todas luces es cierto, incluso y en mayor medida en ámbitos organizacionales. Lo decía también Karl Erick Sveiby[1], pionero en estudios sobre capital intelectual quien definió la gestión del conocimiento como “el arte de crear valor aprovechando los activos intangibles”, expongamos un poco más al respecto. Según el Global Intangible Finance Tracker -GIFT-[2], se estima que más del 60% del valor de las empresas corresponde a activos intangibles que no pueden comprarse ni producirse y por lo tanto no pueden ser declarados en los estados financieros. Ejemplo claro de ello se observa en una empresa como Apple considerada oficialmente, según cifras de 2019, la empresa más próspera del planeta con un valor de mercado de 750.609 millones de dólares. Sin embargo, ¿cómo se explica que su valor en libros (activos tangibles reflejados en su balance) sea “solo” de 132.401 millones? Es porque el mundo unánimemente acepta que ese 82,4% de diferencia corresponde a intangibles.
Esto viéndolo en perspectiva, resulta ser interesante, más cuando una organización dice que “las personas son lo más importante”, pero, permítanme cuestionarnos un poco esta premisa, no porque las personas no lo sean, sino porque en realidad lo que más valoramos de ellas es su conocimiento -su intangible-, por ende, la razón por la que una empresa contrata a una persona podría traducirse en lo que sabe hacer y su capacidad de poner ello al servicio de la consecución de los objetivos organizacionales. Pero y, ¿qué ocurre cuando son las personas quienes aprenden y no las organizaciones? Pensemos en como impacta la ausencia o rotación del personal en la continuidad de los procesos o cómo a pesar de enormes esfuerzos en capacitación la empresa sigue cometiendo los mismos errores, ¡Que los individuos aprendan no significa que automáticamente la organización aprenda! Una empresa puede estar repleta de individuos inteligentes y comportarse tontamente.
Así que, resumiendo, dado que el conocimiento es un intangible, tenemos que hacer visible lo invisible, ya lo dijo Saint-Exupéry. ¿Cómo lograrlo? por medio de una adecuada Gestión del Conocimiento como estrategia de sostenibilidad organizacional que consiste en la capacidad de gestionar eficientemente de su stock de intangibles (conocimiento): identificando el que no se tiene para incorporarlo (aprender), administrando el que se tiene para salvaguardarlo y no perderlo (protegerlo), seguir creándolo (innovar) y compartirlo (difundir/trascender).
Sabemos que cuando las empresas toman la decisión de gestionar el conocimiento, se encuentran con que es un concepto que en principio es “etéreo” y terminan invirtiendo su esfuerzo y sus ganas en la gestión documental, que, si bien es vital para la salvaguarda de información, no es realmente lo que se pretende, Entonces, ¿por dónde comenzar? Dejo algunas reflexiones iniciales
¿Sabe mi organización que conocimientos requiere actualmente? Y ¿en 2 o 3 años siguientes?
¿Cuenta mi organización con procesos (espacios, métodos, recursos) permanentes de reflexión y captura de las experiencias?
¿Existe una memoria que almacene los aprendizajes? ¿Cómo y quién la administra?
¿Se difunden y reutilizan esas experiencias cada vez que se necesitan?
Los esperaos en nuestro Webinar Gestionar la Información y el Conocimiento donde resolveremos estas y otras inquietudes y hablaremos de modelos y herramientas para gestionar el conocimiento.
[1] Karl-Erik Sveiby (1946) es un científico sueco en gestión del conocimiento. Tiene su propia compañía, Sveiby Knowledge Associates (SKA), y trabaja en el Swedish Economics College Hanken en Helsinki.
[2] Cada año, el informe Brand Finance Global Intangible Finance Tracker (GIFT™) rastrea el valor de las empresas más grandes del mundo por valor de activos intangibles. Los activos intangibles son activos no monetarios identificables sin sustancia física. Los activos intangibles se pueden agrupar en tres categorías amplias: derechos (incluidos arrendamientos, acuerdos, contratos), relaciones (incluida una fuerza laboral capacitada) y propiedad intelectual (incluidas marcas, patentes, derechos de autor). www.branddirectory.com
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